LA CASA BLANCA

Oficina del Secretario de Prensa


Para Divulgación Inmediata Sábado 19 de agosto de 2000

Discurso Radial del Presidente al País - Sábado 19 de agosto de 2000

Oficina de Mapas

EL PRESIDENTE: Buenos días. Durante la reciente convención política, le pedimos a la gente a lo largo del país que tuvieran en cuenta el progreso de nuestra nación y los retos que la esperan. Algo está muy claro: Vivimos en un momento de paz y prosperidad sin precedentes, y haber llegado a esto no es cuestión de suerte, sino de opción. Cuando el Vicepresidente y yo nos dispusimos a restablecer el Sueño Norteamericano, hace ocho años, nos enfrentamos a varias opciones. Pero con el apoyo del pueblo estadounidense, hemos tomado juntos las decisiones correctas. Hoy quiero hablarles de cuán lejos hemos llegado y de cómo podemos usar esta histórica era de prosperidad para ocuparnos de los retos que tenemos pendientes tanto en el país como en el extranjero.

Disfrutamos en estos momentos de la expansión económica de más duración de nuestra historia, convirtiendo déficits que rompían todas las marcas en superávits que rompen todas las marcas, creando más de 22 millones de puestos de trabajo, para lograr hoy día el nivel de desempleo más bajo que ha existido en 30 años. Y el ingreso familiar promedio ha escalado hasta más de US$5,000.

Pero lo que es aun más importante que nuestra prosperidad, somos una mejor nación. Hemos puesto fin al tipo de asistencia social a que estábamos acostumbrados. Con los beneficios de capacitación para el trabajo, cuidado de niños y transporte, 7.5 millones de norteamericanos han cambiado de la dependencia en la asistencia social al trabajo. Estamos mejorando nuestras escuelas con normas más elevadas, más rendición de cuentas e inversiones considerables. Como consecuencia, los resultados de nuestros exámenes de lectura, matemáticas y aptitudes generales se están elevando, y asiste a la universidad un número mayor de estudiantes que nunca. Hemos aumentado la seguridad de nuestras comunidades colocando a 100,000 nuevos policías en las calles, prohibiendo las armas de asalto, manteniendo las armas de fuego fuera del alcance de medio millón de delincuentes, fugitivos y malhechores al acecho, y juntos, hemos reducido los delitos al punto más bajo en los últimos 25 años.

También hemos prolongado la vida del fondo fiduciario del Medicare en 26 años, y hemos aprobado la Ley de Permiso por Razones Familiares y Médicas, que más de 20 millones de norteamericanos han usado para tomar un corto tiempo de licencia del trabajo a fin de atender a un recién nacido o a un ser querido enfermo. Nuestro aire y nuestra agua son más puros y nuestra comida es más segura.

Hemos incrementado nuestra lucha contra el SIDA, duplicando los esfuerzos en la investigación y prevención de este azote. Estamos trabajando para renovar la autorización de la Ley de Atención Médica Ryan White a fin de proporcionar una esperanza a medio millón de norteamericanos que viven con HIV y SIDA.

Aunque estamos progresando realmente en la lucha contra el SIDA en nuestro país, tenemos que hacer más para combatir esta plaga en todo el mundo. Por eso me complace firmar la Ley de Socorro Mundial contra la Tuberculosis y el Sida. Esta legislación bipartita autoriza fondos para programas de tratamiento y prevención del SIDA en todo el mundo, y aumenta las inversiones en vacunas para los niños del mundo, incluyendo estudios sobre vacunas contra el SIDA. Espero que el Congreso apruebe nuestro crédito de impuesto para la vacuna a fin de acelerar el desarrollo de vacunas tan críticas para el mundo en desarrollo.

Luchar contra el SIDA en todo el mundo no es sólo lo correcto, es también lo más inteligente. En nuestro mundo estrechamente conectado, las enfermedades infecciosas en cualquier país son una amenaza para la salud pública mundial. El SIDA amenaza las economías de los países más pobres, la estabilidad de las naciones amigas, el futuro de las democracias frágiles. El HIV y SIDA ya constituyen la principal causa de muerte en África, y cada vez más amenazan a Asia y a los estados de la antigua Unión Soviética. En los países más atacados, el SIDA deja a los estudiantes sin maestros, a los pacientes sin médicos y a los niños sin padres. En el día de hoy solamente, las familias africanas celebrarán 6,000 funerales de seres queridos que murieron del SIDA.

Pero aún tenemos tiempo de hacer mucho bien, si actuamos ahora mismo. Esta ley es un paso importante en la lucha contra el SIDA. Es también un símbolo del bien que podemos lograr cuando colaboramos con espíritu bipartita. En ese mismo espíritu, este otoño el Congreso aún tiene tiempo de realizar un trabajo importante para el pueblo norteamericano. Cuando vuelvan, dentro de unas pocas semanas, tendrán tiempo aún de poner el progreso por encima del partidismo para aprobar una verdadera declaración de derechos del paciente; beneficios costeables de medicamentos por receta de Medicare para todos nuestros compatriotas de la tercera edad; reservar el superávit de Medicare de modo que sólo pueda gastarse para fortalecer el Medicare, sin sufrir las depredaciones de las reducciones de impuestos que no podemos permitirnos; aprobar reducciones de impuestos que ayuden a que las familias de la clase media envíen a sus hijos a la universidad y a que proporcionen atención médica a largo plazo a sus seres queridos.

También debemos aprobar una ley firme contra los crímenes de odio y una legislación con sentido común para controlar de las armas de fuego. Debemos reconstruir las escuelas que se nos están derrumbando, contratar al resto de esos 100,000 maestros y elevar el salario mínimo.

Estos son grandes retos, pero si tomamos juntos las decisiones más difíciles, mantendremos nuestra prosperidad y nuestro progreso.

Gracias por su atención.

FIN


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