THE WHITE HOUSE
Office of the Press Secretary
EL PRESIDENTE: Buenos d�as. Aqu� en Washington, despu�s de meses de dilaciones partidistas por la mayor�a congresional, el Congreso a�n no ha finalizado su trabajo en el presupuesto � a pesar de que hace un mes concluy� el a�o fiscal.
Sin embargo, siempre que el Congreso ha actuado con esp�ritu bipartidista, hemos alcanzado logros sorprendentes. Hoy quiero referirme al paso m�s significativo que hemos dado para asegurar la salud y la seguridad de las mujeres, tanto en el hogar como en todo el mundo. Se trata de una nueva ley que voy a firmar y que se llama Ley de Protecci�n a las V�ctimas del Tr�fico de Seres Humanos y la Violencia.
En la actualidad, la violencia dom�stica es el principal riesgo de salud para las mujeres estadounidenses entre las edades de 15 y 44 a�os. Cerca de un tercio de todas las mujeres que han sido asesinadas en este pa�s murieron a manos de hombres con los cuales ten�an una relaci�n afectiva, sus esposos, ex esposos o novios. Cada 12 segundos una mujer es golpeada. Eso significa 900.000 v�ctimas cada a�o.
Adem�s, las estad�sticas nos dicen que en la mitad de las familias donde uno de los c�nyuges es golpeado, los ni�os tambi�n reciben golpizas. La violencia dom�stica es un delito. Destroza a las v�ctimas y nos afecta a todos. Aumenta los costos de los cuidados de salud, hace que las personas no puedan asistir a sus trabajos y les impide rendir al m�ximo. Destruye a las familias, las relaciones y las vidas, y destroza la naturaleza de qui�nes somos como pueblo.
Por eso es que, como parte de nuestra Ley contra el Delito, de 1994, Al Gore y yo luchamos duramente para aprobar la Ley contra la Violencia hacia la Mujer � que constituye el cimiento de la ley que me dispongo a firmar. Dicha ley impone penas severas a quienes ejerzan la violencia contra las mujeres. Ayuda a capacitar a la polic�a, los fiscales y los jueces a entender mejor la violencia dom�stica, a reconocer sus s�ntomas cuando los ven, y a dar pasos para prevenirlos.
La ley asign� dinero a los albergues que amparan a las v�ctimas de la violencia dom�stica, y estableci� una l�nea directa gratuita, 24 horas al d�a los siete d�as de la semana, para ayudar a las mujeres a obtener la ayuda de emergencia y el asesoramiento que necesitan, a encontrar un albergue y a informar ante las autoridades los casos de abusos.
Pero lo m�s importante de todo es que la Ley contra la Violencia hacia la Mujer funcionaba. La l�nea directa ha sido de enorme ayuda. M�s de medio mill�n de v�ctimas ha encontrado ayuda al llamar. Los oficiales de polic�a, quienes antes se manten�an al margen de las llamadas "ri�as familiares", ahora participan en la salvaci�n de vidas. Es m�s, la violencia contra la mujer por una persona �ntimamente relacionada ha descendido en un 21 por ciento desde 1993.
La ley que me dispongo a firmar contribuir� a que se mantenga dicho progreso, al hacer que la Ley contra la Violencia hacia la Mujer sea una ley universal. Proporciona recursos nuevos para las comunidades de americanos nativos, restaura la protecci�n para las mujeres inmigrantes que reciben golpizas y, por primera vez, ampl�a una ley que incluye a las mujeres que reciben abusos a manos de cualquier individuo con el cual tenga una relaci�n afectiva.
La nueva ley contiene otra estipulaci�n; una estipulaci�n que fortalecer� nuestra lucha contra la insidiosa pr�ctica mundial de traficar con seres humanos. Cada a�o, un mill�n o m�s de mujeres, ni�os y hombres son obligados, o enga�ados para que vivan una vida de incre�bles sufrimientos � son arrastrados a la prostituci�n, al trabajo esclavo, al trabajo dom�stico o agr�cola o a verse atados por deudas. Esto es esclavitud, simple y llanamente. Y esto no es algo que s�lo ocurre lejos de nuestras costas.
De hecho, cada a�o, hasta 50.000 personas son tra�das a los Estados Unidos con ese cruel prop�sito. Tenemos que hacer lo posible para detener a los responsables de semejantes delitos y ayudar a sus v�ctimas. La ley que me dispongo a firmar ayudar� a lograrlo.
As� quedar� establecida la primera ley federal dirigida espec�ficamente a este problema, estableciendo duras penas para quienes trafiquen con seres humanos, obligando a los traficantes convictos a entregar sus propiedades y hacer restituci�n a las personas que han explotado. La ley proporciona a las v�ctimas un mejor acceso a servicios tales como albergues, asesoramiento y atenci�n m�dica. Permite a las v�ctimas permanecer en los Estados Unidos para que puedan recibir dichos servicios, y ayuda a las agencias de la ley a presentar cargos contra los traficantes. Tambi�n aumenta nuestra ayuda a otros pa�ses para ayudarlos a detectar y castigar esta pr�ctica perniciosa, y aplica sanciones a los pa�ses que rehusen dar los pasos necesarios para acabar con el tr�fico de mujeres y ni�os. He trabajado arduamente para alcanzar estas estipulaciones, las cuales se suman a lo que hemos hecho en nuestro pa�s y en el extranjero para resolver el problema.
En el �xito de esta importante legislaci�n podemos ver nuevamente que en realidad no hay secretos para lograr resultados en Washington. Cuando anteponemos el progreso al partidismo, obtenemos resultados. Cuando trabajamos juntos, obtenemos resultados.
Ahora, hemos demostrado una vez m�s que podemos trabajar juntos, al aprobar esta legislaci�n en contra de la violencia contra las mujeres. Sigamos el ejemplo y terminemos todo el trabajo que el pueblo estadounidense espera de nosotros. Ya es hora de que el Congreso ponga a un lado el partidismo sobre los dos proyectos de ley inconclusos, y finalice un presupuesto que reduzca el tama�o de las aulas escolares y que las modernice, que reduzca los impuestos a las familias y que aumente el salario m�nimo � un presupuesto digno de nuestros valores, que asegure un futuro mejor para nuestros ni�os y para este gran pa�s.
Gracias por escucharme,
FIN
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